El Bati-Bati con una Frescolita
Son muchos los cuentos que uno tiene habiendo crecido en Caracas. Yo pasé parte de mi infancia en Ciudad de México, pero fue en Caracas donde pasé los mejores momentos de mi juventud. Uno de los que siempre recuerdo es cuando, viviendo en Los Guayabitos (donde no pasaba un alma, ni a recoger una herencia), oías la musiquita del heladero de Efe. Salía corriendo de la casa como alma que lleva el viento y tratando de que Beto, el pastor Alemán que teníamos en la casa, no se saliera, pero al mismo tiempo tratando de parar a aquel heladero que sólo pasaba una vez por cuaresma. No recuerdo cuánto costaba un Bati-Bati, pero ¡qué delicioso era! Niña, ¿qué quiere? Un Bati-Bati por favor. ¿De uva o de Frescolita? Mi preferido era siempre el de Frescolita, mas era raro cuando quedaban de esos rosaditos con el chicle al fondo, así que me tenía que contentar con el de uva. Después de pagarle al heladero, me regresaba para la casa a comer mi helado en la cocina, siempre acompañado de una Frescolita friíta.
Crédito a su autor.

;)
ResponderEliminar