Los Moto Vigilantes vs Crystal Meth (o el mejor cuento de asalto en CCS)Por: César Oropeza @ElPerrote
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Foto: Crédito a su autor. |
Los Moto Vigilantes vs Crystal Meth (o el mejor cuento de asalto en CCS que me han echado en un buen rato)
No quiero hacer de un cuento ajeno un cuento propio, ni mucho menos hacerles creer que estaba allí cuando pasó, pero obviando el efecto del telefonito y las florituras del lenguaje, reseño lo que me contó José Alberto Sellhor, amigo de toda la vida, y al que conozco al punto de saber que, si bien es capaz de mentirme, no lo es de inventar un cuento así.
Procedo entonces a reseñar esta mini aventura que asumo como rigurosamente cierta, a pesar de su carácter, más que épico, legendario:
Sucedió en la zona de la espalda de El Rosal, donde éste termina volviéndose un culo y se transforma en Chacaito, cuando José –nuestro prota, mas no nuestro héroe el día de hoy– fumaba un cigarrillo con la ventana del carro abajo. Fumar da cáncer y si lo haces con la ventana abajo, en Caracas, da caga también. Este temerario amigo sucumbe ante la tentación de la nicotina y echa humo desprevenido, sin reparar en que lleva su iPhone 6 -de 120 GB- sobre el asiento del copiloto.
Es entonces cuando acerca nuestro antagonista, un malandro al que de cariño llamaré "Crystal Meth Fashion Victim".
Crystal se presentó a pie ante la ventana del vehículo con la mano metida en el pantalón como quien tiene un arma escondida.
–Dame el celular! –le dijo a José.
–¿Que qué?
–Dame el celular
–¡Shit!
Con mucho cuidado de no joder el delicado conector, José separó el celular del cable umbilical que lo unía al carro y con parsimonia y sin tratar de averiguar si lo que se agarraba Crystal entre las piernas no era en realidad una bola, le entregó el aparato.
-Qué ladilla –dijo viendo al malandro alejarse en el retrovisor-. Al cambio de hoy de 630 por dólar esta gracia me va a salir en...
-Señor, ese tipo le robó el celular?-preguntó el mototaxista al ver a mi pana aún paralizado del susto.
-Sí!
¡Mosca!, acá es cuando sucede el plot twist que hace que este cuento cotidiano se convierta en uno extraordinario.
Sin decir más, el mototaxista anónimo arrancó de inmediato, junto a otro compañero que José no había visto, y acto seguido, entre los dos, detuvieron a Crystal, lo inmovilizaron, vapulearon, requisaron, le dieron un par de coñazos, dejándolo quebrado en el piso, y le quitaron el celular.
-Venga señor, acá está su –gritó uno de los motorizados.
-Coño –pensó Jose–, acá es cuando me bajo y además del celular me quitan el carro.
Igual se bajó. Y sí, le dieron el celular. Y no, no le robaron el carro.
Al escuchar el cuento, horas después, le pregunté a José:
–Coño, ¿y cuánto te cobraron?
-Un carajo! Se fueron pal coño!... ¡Son unos superhéroes! –dijo José, altisonante, todavía sorprendido.
Yo por mi parte, aún estoy digiriendo el cuento pero, de la tapa de la barriga, no puedo sino pensar que en este país aún tenemos esperanzas.
Gracias José por dejarme echar tu cuento y, para el resto, buenos días.
No quiero hacer de un cuento ajeno un cuento propio, ni mucho menos hacerles creer que estaba allí cuando pasó, pero obviando el efecto del telefonito y las florituras del lenguaje, reseño lo que me contó José Alberto Sellhor, amigo de toda la vida, y al que conozco al punto de saber que, si bien es capaz de mentirme, no lo es de inventar un cuento así.
Procedo entonces a reseñar esta mini aventura que asumo como rigurosamente cierta, a pesar de su carácter, más que épico, legendario:
Sucedió en la zona de la espalda de El Rosal, donde éste termina volviéndose un culo y se transforma en Chacaito, cuando José –nuestro prota, mas no nuestro héroe el día de hoy– fumaba un cigarrillo con la ventana del carro abajo. Fumar da cáncer y si lo haces con la ventana abajo, en Caracas, da caga también. Este temerario amigo sucumbe ante la tentación de la nicotina y echa humo desprevenido, sin reparar en que lleva su iPhone 6 -de 120 GB- sobre el asiento del copiloto.
Es entonces cuando acerca nuestro antagonista, un malandro al que de cariño llamaré "Crystal Meth Fashion Victim".
Crystal se presentó a pie ante la ventana del vehículo con la mano metida en el pantalón como quien tiene un arma escondida.
–Dame el celular! –le dijo a José.
–¿Que qué?
–Dame el celular
–¡Shit!
Con mucho cuidado de no joder el delicado conector, José separó el celular del cable umbilical que lo unía al carro y con parsimonia y sin tratar de averiguar si lo que se agarraba Crystal entre las piernas no era en realidad una bola, le entregó el aparato.
-Qué ladilla –dijo viendo al malandro alejarse en el retrovisor-. Al cambio de hoy de 630 por dólar esta gracia me va a salir en...
-Señor, ese tipo le robó el celular?-preguntó el mototaxista al ver a mi pana aún paralizado del susto.
-Sí!
¡Mosca!, acá es cuando sucede el plot twist que hace que este cuento cotidiano se convierta en uno extraordinario.
Sin decir más, el mototaxista anónimo arrancó de inmediato, junto a otro compañero que José no había visto, y acto seguido, entre los dos, detuvieron a Crystal, lo inmovilizaron, vapulearon, requisaron, le dieron un par de coñazos, dejándolo quebrado en el piso, y le quitaron el celular.
-Venga señor, acá está su –gritó uno de los motorizados.
-Coño –pensó Jose–, acá es cuando me bajo y además del celular me quitan el carro.
Igual se bajó. Y sí, le dieron el celular. Y no, no le robaron el carro.
Al escuchar el cuento, horas después, le pregunté a José:
–Coño, ¿y cuánto te cobraron?
-Un carajo! Se fueron pal coño!... ¡Son unos superhéroes! –dijo José, altisonante, todavía sorprendido.
Yo por mi parte, aún estoy digiriendo el cuento pero, de la tapa de la barriga, no puedo sino pensar que en este país aún tenemos esperanzas.
Gracias José por dejarme echar tu cuento y, para el resto, buenos días.
Esas cosas de Caracas...buenísimo.
ResponderEliminarYeah!
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