Me invitaron a una piñata. Chile Veloz




En mi niñez, una piñata era todo un evento social. Uno llegaba a la piñata con el regalo para él o la homenajeada, muy compuestico, hasta retraído y penoso, pues no eran muchos los conocidos. Poco a poco se iban soltando (los demonios) y comenzaban los juegos de ladrón y policía, la ere y gárgaro. Esto traía consigo caídas y tropezones que terminaban con un estado desastroso de la ropa y hasta con rasgaduras y manchas que jamás volverían a salir de las primorosas camisas, pantalones o vestiditos. Y ni hablar de los zapatos.

En cuanto a la piñata, nunca, jamás, jamás, se le daba palo a una figura querida como el Pato Donald o el Ratón Mickey, no. Las piñatas eran de figuras como casitas, castillos o cajas decoradas con muchos colores.

Había fiestas sencillas con niños y niñas jugando hasta el tradicional cumpleaños con la torta, la gelatina, el quesillo, y todo el mundo tan acomodadito que a uno le ponían corbata de lacito y elásticas.

Luego venían unas piñatas mas elaboradas  donde todos debían ir disfrazados. Los niños casi siempre iban de El Zorro o un vaquero de pocas pulgas. De la misma manera, terminaban con el feliz cumpleaños, la soplada de velas, la picada de torta y el plato con quesillo y gelatina,

Pero había un tipo mas de piñatas, bien fuese de disfraces o no, con PROYECCIONES DEL HOGAR.  Se trataba de una compañía a la que uno llamaba y contrataba la proyección de películas como acto final de la piñata  hasta que los padres fuesen a buscar a los niños. Esta gente era muy organizada y tenía unas mesas especiales para montar los proyectores de 16 mm, así como unas pantallas extensibles que instalaban generalmente en el salón luego de, en muchos casos, sacar todos o casi todos los muebles.

Se proyectaban, de acuerdo con las edades y gustos, películas de vaqueros, musicales, de aventura, etc, aunque casi siempre eran  comiquitas de Tom y Jerry, El Pájaro Loco o Disney. En fin, el menú era muy amplio y siempre bien recibido por la niñería presente que ya estaba atiborrada de torta, quesillo, gelatina y las chucherías de la piñata.

Al día siguiente o esa misma noche los empachos eran lo mas común, y lo digo con conocimiento de causa, pues estando en una piñata a una cuadra de mi casa, de repente caí doblado al suelo con un dolor increíble  (aún lo recuerdo ) lo que hizo que me llevaran a la casa a toda carrera, Allí mi mamá llamó al médico de la familia Elias Rodríguez Azpúrua quien  al verme y flexionar mis piernas dijo: Esto es apendicitis, hay que llevarlo ya a la clínica Razzeti. Al oír esto yo me metí debajo de la cama y comencé el pataleo, pero a rastras me sacaron y a las dos horas ya estaba operado con un pronóstico cercano a la peritonitis que el Dr. Rodríguez supo resolver a la perfección.

Eso fue mi niñez. Nada de Youtube, nada de Netflix. Sólo fiestas con PROYECCIONES DEL HOGAR.  Y si usted las recuerda, escriba su comentario.

PD: La foto es de una piñata sólo de niñas y de disfraces.


Comentarios

  1. Nunca vi algo parecido a " proyecciones del hogar". Solo lo que se decribió al principio del relato. En los años sesenta, quienes hacian eso, de las tales " proyecciones", debían ser familias adineradas.

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