Mi zum zum. Larissa Hernández

 

El pío pío, Sonora Ponceña, 1976. Imagen Discogs. 

A finales de los años setenta, Zuniaga nos llevaba al colegio en un carro inmenso, con cortinas en el parabrisas trasero, que le habían asignado a mi papá en el Ministerio de Hacienda. Allí dentro, este señor, flaco y bigotón, nos sometió a la dictadura de la salsa. Esas canciones, que nos obligaban a escuchar a todo volumen, no sonaban entonces en nuestra casa. María escuchaba vallenato y cumbia. Mis papás, música venezolana y merengue. Era una novedad y prestamos atención a las letras. Pronto nos aprendimos algunos coros: “Se me perdió la cartera, ya no tengo más dinero, ya no tengo más dinero, se me perdió la cartera”, “Los zapatos de Manacho son de cartón, son de cartón, de cartón” y “El Nazareno me dijo que cuidará a mis amigos”. Esas tres sonaban y sonaban en YVKE Mundial.

Chevrolet Caprice Classic, 1974. Archivo familiar del autor.

 

Pero la cosa no termina de gustarnos. Larian y yo comenzamos a hacer presión. ¿Por qué no podemos cambiar la estación? ¿Y si metemos este casete? ¿Tenemos que escuchar eso todo el tiempo? Aquello se convirtió en una larga guerra. Hasta el día que, furiosa, lo acusé con mi mamá. “Zuniaga pone una canción que dice: “con el pío, pío, pío, con el pío de los pollitos y el pupú de los mosquitos no se puede descansar”. A partir de entonces nos fuimos al Instituto Escuela en el transporte de Pepe. 

 


Cada vez que escucho esa canción de la Sonora Ponceña me da risa y siento culpa por no haber comprendido bien la letra (que en realidad decía el zum zum de los mosquitos y no el pupú de los mosquitos).También por no haber descubierto tempranamente que aquella era la música más divina del mundo. Afortunadamente, luego la salsa me conquistó por completo y le dio a todo más sabor. Seguro, al bajarme del asiento de atrás, con mi pataleta
infantil, Zuniaga se quedaba cantando, como Oscar de León: “Tú me recordarás, tú me recordarás, tú me recordarás”.

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